miércoles, 12 de marzo de 2008

A Yasmin Levy un gran aplauso!

Ese sábado ocho de marzo sería mi propia exibición dramática. A las 19:00 entreban los interesados de la música más exótica a la pequeña sala de concierto de la Konserthus de Västerås. Entre ellos una cantidad de personas en su mayoría entrados en edad, un grupo de cuarentones como yo y unos dos jovencillos como mis dos hijos Aaron y Shalomita. Llevaba mi señora unas botas de cuero con taco alto muy bellas y una falda suelta a media pierna, una blusa blanca y sus pendientes de perlas cultivadas. Yo de latino machista (aunque no lo soy) me veía bien. Mi hijo en una honda Beatles y mi hija más moderna toda de negro y pelo suelto. Nos veimaos bien, estabamos pimpeados!

El resto de “orejas”, como les digo yo, vestian ropas más bien conservadoras y de muy buena calidad. Lo que más me extraño era el odor del tipo que recogía los billetes para entrar a la sala. En mi fantasía surrealista veía yo como los billetes desaparecián en un humo casi blanco transparente al solo contacto con los dedos de él, el billetero. En fin, entrabamos todos alegres y conformes con encontrarnos allí, en un concierto de Yasmín Levy, la gran cantante de música sefardí. La historia de los sefardíes se podría resumir en un hecho terrible. Fue cuando los españoles cristianos en Andalucia les echaron del país por alla por los años....1492. Esos judios sefarditas hablan el ladino. No latino, LADINO. Un idioma que nace de las mezclas idiomáticas de la peninsula hispánica de esos años y el hebreo. A nuestros oidos sonaba bien ese ladino, con un tinte de flamenco. Era bello para todos y para los “orejas”.

Al sentarnos, en primera fila por supuesto, nos dimos cuenta que el grupo de músicos en unos minutos más se encontraria tan sólo a unos metros de donde estabamos sentados y eso le daba un toque especial al momento. Les veriamos así como si estubiesen cantando en la sala de estar o living de nuestra casa. Todos emocionados nos mirabamos unos a otros, tratando de adivinar en las miradas de los otros, alguna señal de confianza, de que lo que se avenía sería para todos algo extra ordinario.

El director sueco a cargo de la sala presento a la artista e incito a los musicos a tomar lugar en el escenario. La guitarra no la veia, instrumento mio favorito, por suerte la traia el guitarrista consigo. Comenzaron con una piesa instrumental. Me gusto mucho. Después entro ella, Yasmín Levy. Hija de Yitzhak Levy uno de los defensores de la música sefardí y de la gran cantante Kochava Levy.

Las raices del arte que esta gente tiene las encontramos en la música moro-arábica, la cultura romana, griega, turca, algo de flamenco y de música klezmer. El maestro de guitarra Yechiel Hasson sabía flamenco y música judía de la edad media, Miles Danso, africano tocaba el bajo con una gran dulzura en los dedos. Verdan Hovanissian al ney, flauta, clarinete y zurna me dejo fascinado con su forma de tocar. Ishay Amir percusión, se ayudaba de un cajón peruano y una tumbadora. Un grupo fantástico!

Yasmín Levy llevaba un vestido negro largo que le daba un aire muy solemne. Su cara muy marcada por los temas de las canciones contrastaban con lo vivio de la música. Uno sentía lo que ella cantaba. Lo sentias hasta lo más profundo de tu ser. Una voz potente, que parecía nacer en los muros de Jerusalem, llenaba la sala que se hacía pequeña para tan gran artista. Yo veía la historia de los judios sefardies pasar por delante mio. Frente a mi retina desfilaban los judios, con sus cosas y con sus penas camino a otros lugares, como una pelícual de Jolivúd.

El concierto fue lindo y llegando casi al final a la Levy se le ocurrió cantar una cancion que yo no quería que cantara. Pero no escucho mis plegarias. La canción era Nací En Alamo. Cuando llegó a las palabras de “No tengo lugar, y no tengo paisaje, y yo menos tengo patria” comencé a llorar como un viejo apenado que soy. Por mis pupilas pasaban ahora los recuerdos. La partida de mi patria, la muerte demi madre, la partida de mi padre, las humillaciones de los suecos por tener otro color de piel y muchas cosas más. Mis hijos me miraban mientras el rostro se desfiguraba con la pena. Mi señora supo inmediatamente lo que me pasaba. “No necesitas explicarme, desde aqui siento tu pena y tus dolores. No necesitas palabras”. Juré ese día nunca dejar de luchar por los mios, por mis hijos y m familia. Juré nunca ser débil e injusto. Juré ser fuerte.

La canción llego a su fin. En medio de esa fila llena de gente extraña, lloraba todo el mundo. Qué magia tenian esas palabras, que yo entendía, por entender el ladino, pero los suecos? No lo sé. Yo solo sé que esto nunca me había pasado antes. Yo tan sólo sé que la fantástica voz de la Levy me llego hasta el fondo del corazón y en su tragedía habían muchas tragedias de otros seres. Los africanos, los latinos, los judios, los árabes y cuantos miles y miles más que han debido de dejar sus casas y aferrarse a sus culturas y tradiciones porque a otros ávaros de poder se les ocurrio un día terminar con ellos. Mi tragedia es también la de otros. Ese es mi gran consuelo para no derrumbarme en las garras de quienes un día me echaron de mi país por pensar distinto. Gracias por esa bella canción, gracias por haberme despertado. Hoy estoy más orgulloso que nunca de lo que soy y de la cultura que llevo dentro de mi, aunque no sea la cultura del país en que nací.

Con todo mi cariño: Gracias!

Jácome De Carrasco

Nací en Alamo

No tengo lugar

Y no tengo paisaje

Yo menos tengo patría

Con mis dedos hago el fuego

Y con mi corazón te canto

La cuerda de mi corazón llora

Naci en Alamo

Naci en alamo

No tengo lugar

Y no tengo paisaje

Yo menos tengo patría

No hay comentarios: