martes, 18 de diciembre de 2007

La Coto Coto

No podría explicarlo en forma científica, pero es una personilla que hace muchas cosas por el día. Se llena de trabajillos que tan sólo ella entiende y disfruta. Muchas veces no entiendo que anda haciendo por ahí, pero tampoco me preocupa ya que es buena alumna en la en la escuela, estudia lo suficiente. Antiguamente, cuando el ombligo estaba en la frente, solia ella tocar la batería. No me logré dar cuenta si tenía o no talento para ese asunto. Algunas veces no se necesita, no es una condición de primer orden, si alguien se entretiene y lo pasa bien, basta y sobra. "Lo metés en la bolsita y cerrás el asunto allí", como decía un amiga mia uruguaya. En el liceo, le va bien . El sábado participó en el gran baile que su escuela realiza todos los años para los que van en el último año y que en primavera (sueca) saldran a engrosar las diferentes filas de la sociedad. Eso quiere decir, la fila de los cesantes (si tienen calificativos malos), la fila de los que trabajaran (si tienen alguien que los "atornille" en algún puesto) o las filas de los futuros profesionales del país (esos que estudian y se valen por si mismos). Espero que mi pequeña entre en la última categoría. Para no desviarme del asunto del baile, allí se presentaba uno con frack y bestidos largos. Mi hija y su novio se veían muy bellos. La prensa local les tomo fotos y ellos cual patos silvestres, sacaban mucho pecho, enderezando las espeldas, cual milico frente a su general. En fin muy monos los dos. En ese momento me sentí viejo pero orgulloso. Mi hija va a entrar a la universidad, ya tiene novio y más de 18 primaveras en la cajita de los recuerdos. Mi hija tiene una muy buena cualidad, ella sabe hablar, tiene blá blá. Es muy buena para el arte de la lengua hablada. Saber hablar puede ser un don o puede ser el burro porfiado e imprevisto, que no quiere caminar, que justo necesitas que camine con la carga, se para y no hay quien lo haga caminar.
Todavía me recuerdo, que muy pequeña (2 añitos o menos), en casa de mi padre, no paraba de hablar incoherencias, de allí que le dimos el apodo de La Coto Coto, ya que por largos minutos, al escucharnos hablar y queriendo participar de eso, lo que de su boquilla salia eran las palabras de: "coto, coto, coto, coto...." hasta el infinito.

Suerte hija en el futuro! Y recuerda: VENI, VIDI, VINCI!
Tu padre, Jácome De Carrasco

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